Un artista surrealista de nacimiento como Pedro Avellaned no podía tardar demasiado tiempo en encontrarse con la cinematografía de Luis Buñuel, un creador tan inimitable como inspirador de otros artistas.

Suyos son los primeros homenajes a Buñuel cuando casi nadie lo recordaba por estas tierras, años en los que con desprecio se valoraban sus películas sin siquiera molestarse en descubrirlas. Por eso no soprprenderá que Avellaned haya sido mucho más valorado fuera de nuestras tierras que en Aragón, rasgo que también comparte con Buñuel.

En sus fotografías, películas, collages o esculturas asoma el mundo de los sueños, sueños lúdicos pero también críticos, en los que el creador no oculta su rostro. Obras inquietantes pero también inquietadoras en las que laten historias que emergen y se transforman saltando de una fotografía a otra, recomponiendo una narración tan íntima como heterodoxa. Collages como una memoria fragmentada, como el recuerdo de una película, como su poso, personal y transgresor. ¿Qué se puede decir de un artista que se sabe de memoria «Mí último suspiro»? ¿Qué sueños habrá inspirado este libro de cabecera para Pedro Avellaned? Y, por otra parte ¿cuántas horas se pueden conversar sobre Buñuel al calor de este libro?

Una obra de Pedro Avellaned formó parte de la exposición colectiva «El sueño rojo de Buñuel» con la que se inauguró el Centro Buñuel de Calanda, doce años después regresa con esta exposición individual. Es un pequeño homenaje a este creador que no deja de sorprender, de inventar, de inspirarse en Buñuel para crear una obra propia, enriquecedora y llena de símbolos, para construir un universo en el que como diría Paul Éluard, la razón no es más que «una nube comida por la luna» y las fotografías de Pedro el espejo de una realidad surrealista.

Javier Espada, Director del CBC