L’AGE D’OR

El Centro Buñuel de Calanda, a partir de su inauguración en febrero de 2000, mantiene sin alteraciones el criterio que se propuso desde que nació como idea.

La presente exposición abarca un dilatado arco de treinta y ocho artistas, los cuales se vinculan con diversas tendencias artísticas desde parámetros muy personales. Muchos son catalanes y otros son extranjeros que viven en Cataluña. Una Cataluña que, como es sabido, tiene un fuerte vínculo con Buñuel. Basta recordar, evocar, ese enigmático y palpitante Cadaqués atrapando a Dalí y a Buñuel sin olvidar el rodaje de algunas escenas de L´Age d´Or, con una destacada colaboración del artista surrealista Max Ernst.

Como alcalde de Calanda, quiero agradecer la colaboración de los artistas y de la Galería d’Art Horizon, en una exposición colectiva que aglutina la mirada íntima de Buñuel desde tan variadas propuestas.

Antón Ramón Borraz Ariño

Alcalde de Calanda

LA METÁFORA DEL SURREALISMO

Después de rodar Un chien andalou, y de colaborar con Salvador Dalí, Luis Buñuel repitió la experiencia e hizo la película L´Age d´Or. Con el cineasta de Calanda, el surrealismo rompía con el mundo de imágenes estáticas y de pensamientos codificados con palabras para convertirse en una escenificación de la realidad, lo que venía a ser la propia realidad. Por ese motivo, no es de extrañar que el día que los vizcondes de Noailles, productores de la película, convocaron a sus amigos, principalmente aristócratas intelectualizados, a un cine de París para contemplar L´Age d´Or, no recibieran ninguna palabra de aliento ni felicitación al acabar la sesión. No eran las imágenes escandalosas las que perturbaron a los nobles espectadores, era la incomodidad de ver su propio lado oscuro reflejado en la pantalla lo que les hizo dar la espalda a sus anfitriones. Es en este sentido que el surrealismo superó ser un simple ismo artístico para convertirse en un mecanismo que reflejaba la interioridad oscura de la persona y de la sociedad. Y es con esta idea básica que han trabajado los artistas que participan en la exposición L´Age d´Or homenaje a Luis Buñuel. Su intención es ofrecer una imagen interior de sus ideas y sentimientos para que el espectador se enfrente a su propia visión de la vida. Además, como en todas las exposiciones que han sido realizadas con inteligencia y sentido, esta muestra ofrece unos valores genuinos. Estas obras, creadas bajo el influjo de Buñuel, encuentran una significación especial al presentarse en la localidad natal del cineasta. Y lo hacen tras haberse exhibido en la galería Horizon, en Colera, localidad situada en el onírico, pero real, paisaje del cabo de Creus donde Buñuel rodó L´Age d´Or.

Jaume Vidal, periodista

LUIS BUÑUEL Y LA VANGUARDIA ARTISTICA Manuel Pérez-Lizano Forns

La muy rica vida de Buñuel abarca múltiples facetas que, con frecuencia, se atan de forma indeleble a su personalidad, la cual se forja mediante lecturas, familia, ambientes, amistades, estudios, viajes y diversos avatares. A su personalidad, y en parte su cine, contribuye el interés que manifiesta por las artes plásticas desde su juventud, de manera que hasta su exilio, marcado por la Guerra Civil española, mantiene un estrecho vínculo con diversos artistas, el cual comprende dos diáfanos períodos. Aludo, pues, al período español y al francés, siempre pensando en el año 1936, como fecha límite por iniciarse la mencionada contienda.

El período español se centra en Madrid, ciudad en la que transcurre una importante etapa de su vida. Además de Dalí, la nómina de artistas con los que mantiene una relación, más o menos estrecha, incluye a, Rafael Barradas, por entonces con una obra vibracionista; José Caballero, desde1933 interesado por el surrealismo; Adriano del Valle, que de 1910 a 1936 será modernista, ultraista y surrealista; Ramón Acín, anarquista con un espíritu puro moderno de matices dadaístas y alguna obra surrealista iniciada en 1929-1930; y, finalmente, Maruja Mallo, que si en Madrid tiene su primera exposición individual, en 1928, y a París llega con una beca, en 1932, su obra roza la abstracción en 1933, sin olvidar otras fases pictóricas, como la surrealista.

Cuando Buñuel viaja a París, período de 1925 a 1929, únicamente se trata con artistas españoles. Basta recordar a Pancho Cossío, durante una etapa, como afirma Juan Manuel Bonet, con «incursiones surrealizantes y abstractas», así como, según indica el propio artista, dentro de «una especie de neorromanticismo»; Ismael González de la Serna, que tras mezclar cierto neoclasicismo con el cubismo, durante los años treinta tiene influencia del surrealismo; Juan Gris, con su excepcional cubismo; Joan Castanyer, que según González-Ruano se interesa por «un cubismo evolucionando hacia el primitivismo realista de Dalí»; Francisco Bores, fascinado por el cubismo y el surrealismo, con algunos cuadros abstractos; Manuel Ángeles Ortiz, también atraído por el cubismo, la abstracci6n y el surrealismo; José de Creeft, escultor que reside en Nueva York desde 1932; Hernando Viñes, que evoluciona del cubismo a incursiones surrealistas y con posterioridad hacia obras atmosféricas; y, para concluir, Joaquín Peinado, mediante unos cuadros entre cezannianos y cubistas.

Los artistas nombrados, en su inmensa mayoría pintores, destacan por una obra vanguardista, rompedora, sobre la cual cabe resaltar el típico periplo que comienza con el cubismo y evoluciona hacia el surrealismo, para interesarse, en algún caso, por la abstracción. Justo, sin olvidar el matiz dadaísta de Ramón Acín, los cuatro grandes movimientos amanecidos desde principios del siglo veinte: cubismo, abstracción, dadaísmo y surrealismo. Desde su época en la famosa Residencia de Estudiantes cabe afirmar, por tanto, que Buñuel se rodea de unos artistas que serán entre lo más notable del arte español. Un cineasta con muy buen criterio sobre el arte y con un espíritu paralelo al de los artistas.

Buñuel es surrealista entre 1929 y 1932, aunque jamás abandona algunos de los postulados más importantes de la órbita surreal. En fecha imprecisa, aunque puede sugerirse desde 1928-1929, conoce en París a André Derain, Marcel Duchamp, Yves Tanguy, René Magritte, Jean Arp, Alberto Giacometti, Fernan Leger, André Masson y Max Ernst, uno de sus grandes amigos. Se aprecia, pues, que los artistas citados se interesan por muy variadas tendencias artísticas, resaltando la presencia de dadaístas y surrealistas.

Pero hay un punto que adquiere una indiscutible relevancia. Me refiero, dentro de los artistas citados, al vínculo directo con el cine. Veamos. Joaquín Peinado colabora con Jacques Feyder en los decorados de la película Carmen, de 1926. Además de pintor y escritor, Joan Castanyer decora varias películas de Jean Renoir y actúa en algunas del cineasta francés, el cual contribuye al afianzamiento de la vocación cinéfila de Buñuel. Como muy bien indica Juan Manuel Bonet, el pintor Castanyer realizó varias películas durante la Guerra Civil para la sección cinematográfica del Comissariat de Propaganda de la Generalitat, dirigiendo, en 1949, L’homme qui revient de loin.

En esta línea, como es de suponer, existen lazos más fuertes entre los artistas y Buñuel. Para Un chien andalou, 1929, Dalí participa en el guión así como para L´Age d´Or, 1930, obra en la que participan como actores Manuel Ángeles Ortiz y Max Ernst; y finalmente, Las Hurdes, 1933, es financiada por Ramón Acín.

Un tema, el vínculo de Buñuel con las artes plásticas, que ni de lejos está agotado, pues con posteridad al año 1936 sigue conociendo a otros artistas, que perfilan su constante interés por la implícita fusión entre el arte, sobre todo la pintura, y el cine.

En Zaragoza, a 28 de septiembre de 2000