“El que ama la guerra civil es un hombre sin lazos de familia, sin hogar y sin ley”
Homero

La Guerra Civil Española es el suceso más trágico de la historia de nuestro siglo XX. En ella, además de decidirse el futuro de los españoles que, durante 40 años tuvieron que sufrir la dictadura franquista, fue objeto de atención de voluntarios internacionales afines a la República y de gobiernos internacionales, más o menos implicados con uno u otro bando, que veían en este conflicto un adelanto de ese gran choque entre la ideología fascista y la comunista que iba a ser la Segunda Guerra Mundial.

La izquierda española pudo comprobar con preocupación como la derecha internacional y los medios de comunicación fascistas mostraban una imagen de la realidad manipulada para favorecer la hegemonía internacional de las ideologías totalitarias europeas, entre las que se incluía a los golpistas españoles.

Muchos intelectuales de izquierdas supieron ver la necesidad de poner sus cualidades creativas al servicio de la república para concienciar de una necesidad más que evidente: ¡parar los pies al fascismo en España concienciando al resto del mundo!. De este modo el arte español del segundo lustro de los años 30 va a ejercer un papel claramente propagandístico dirigido tanto a la ciudadanía española como a la búsqueda de aliados para la causa republicana en el extranjero.

Entre todas las iniciativas culturales que apoyaron a la Republica y que tuvieron un mayor eco en el exterior, destaca la Alianza de los Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, organización surgida en abril de 1936. En su sede madrileña se crearon distintas secciones (literatura, artes plásticas, biblioteca, pedagogía, teatro, música y propaganda) y fue la responsable de numerosas emisiones radiofónicas y mítines, también publicó la revista El Mono Azul, a la que pertenecieron figuras de la talla de Rafael Alberti, José Bergamín, Rafael Dieste, Ramón Gaya, Mª Teresa Zambrano, etc.

Con el traslado de la capital de la Republica a Valencia, y gracias a la gran resonancia internacional que tuvo el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, inaugurado en esta ciudad el 4 de julio de 1937 y clausurado en París, va a surgir, patrocinada por el Ministerio de la Cultura, la revista literaria Hora de España por cuyas páginas pasaron más de un centenar de colaboradores entre los que destacan Antonio Machado, Rafael Alberti, José Bergamín, Max Aub, Rosa Chacel, Emilio Prados, María Zambrano, Luis Cernuda, León Felipe, etc.

Otra de las grandes actuaciones propagandísticas de la Republica fue el pabellón español de la exposición internacional  de París del año 1937. Obra de los arquitectos Josep-Lluis Sert y Luis Lacasa se convirtió en una bandera de la España republicana en Europa.

En su exterior encontramos esculturas de Alberto Sánchez, Julio González y Pablo Picasso, mientras que en su interior, el pintor malagueño presenta su Guernica, inspirado en el bombardeo de la villa vizcaína; Calder su fuente de mercurio,  en homenaje al triunfo republicano en las minas de Almadén; Luis Buñuel organiza un cineclub en el que entre otras, se proyecta su documental Espagne 1936, también conocido como España Leal en Armas, y que da titulo a esta exposición.

La radio también jugo un importante papel propagandístico, siendo especialmente conocido el Altavoz del frente. Era un organismo dependiente del Subcomisariado de Propaganda del Ministerio de la Guerra que comenzó a emitir todos los días a las nueve de la noche, desde el 14 de septiembre de 1936 a través de Unión Radio Madrid. Sus emisiones en las que alternaban charlas de distintos dirigentes con música revolucionaria o poemas cantados, colaborando intensamente con la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

Finalmente hay que destacar la intensa labor propagandística realizada a través de un medio tan poderoso como el cartel publicitario. En este medio trabajaron dibujantes e ilustradores de la talla de Joseph Renau, Martí Bas, Arturo Ballester, Carles Fontseré y un largo etcétera.

La indudable calidad artística de muchos de ellos, así como el importante número de carteles que se han conservado y han llegado hasta nosotros, convierten a este medio de expresión en un patrimonio de incalculable valor para el estudio de la Guerra Civil Española y en un testimonio de primer orden de la lucha propagandística contra el fascismo nacional e internacional, así como, en la defensa de los valores republicanos.

Javier Espada y Asier Mensuro

CARTELES E IDEAS

Este texto fue escrito por Alfonso Guerra con motivo de la exposición realizada el año 2004 en Madrid sobre «Los Carteles de la Guerra»

Desde su creación, la Fundación Pablo Iglesias ha ido conformando una colección de carteles de la Guerra Civil española que hoy sobrepasa los 2.000 ejemplares. Constituye, por tanto, un testimonio extraordinario por su amplitud y variedad del cartelismo republicano, de los mensajes e ideas que a través de los carteles se transmitieron y de las tendencias artísticas que sus autores representaron. Durante muchos años, esta colección ha estado sobre todo a disposición de estudiosos e investigadores, cediéndose material de forma muy puntual para su inclusión como documento en publicaciones o exposiciones.

La Fundación Pablo Iglesias considera que ha llegado el momento de dar a conocer al público una muestra representativa de su colección de carteles de la Guerra Civil. Para ello, contando con el criterio de Manuel García, comisario de la exposición, y la colaboración del Círculo de Bellas Artes, ha realizado una generosa selección que constituye una singular y valiosa muestra de la gran variedad de temas, autores, instituciones y organizaciones editoras que componen la colección.

Creemos que el resultado es una excelente muestra de la diversidad artística de la cartelería republicana. El cartelismo tuvo una época de especial florecimiento en los años 30 en Europa y no menos en España, donde se desarrolló un arte del cartel de tendencias estéticas diversas y de gran calidad. Ya con la proclamación de la Segunda República un auténtico ejército de pintores, dibujantes, diseñadores y grafistas apostó por un cartelismo de vanguardia que adquirió un valor excepcional. La guerra dio un importante impulso a la creación de los autores gráficos y no sólo por la necesidad de reforzar la labor de propaganda política, sino también como medio para la difusión de ideas y preceptos. 

 

Los artistas siguieron la senda de la cartelística de la Primera Guerra Mundial, acrecentando la efectividad de los mensajes y recurriendo a la imaginación para ampliar los motivos tradicionales: alistamiento, cautela ante el espionaje enemigo, símbolos políticos, pero también llamadas a la educación, a la higiene, advertencia ante los abusos que proliferan en las situaciones de guerra.

El cartel del bando republicano responde a un auténtico arte de vanguardia. Es para muchos un caso excepcional de fusión entre vanguardia política y vanguardia artística. La historia nos muestra que, en general,  el poder político descansa sobre una arte consolidado, tradicional y que los movimientos vanguardistas se abren paso a  contrasentido del poder. En la Guerra Española el poder, al encomendar tan plenamente la propaganda a los mejores cartelistas de la época, se puso en manos de un movimiento de vanguardia rupturista. La explicación de esta “excepción” histórica puede encontrarse en que la defensa de la legalidad del poder constituido enlazaba con la batalla por detener el movimiento fascista que se avistaba ya en Europa. Así, los creadores pudieron trabajar con entera libertad al servicio de la causa republicana, produciendo  una extraordinaria obra artística de la que hoy presentamos una selección ponderada y equilibrada.

El final de la guerra cortó de raíz el ascenso de un arte gráfico que sin duda hubiese situado a los artistas españoles en la cima de la creación gráfica en Europa. El que no se pudiera continuar aquella trayectoria artística, proporciona una extraordinaria importancia a los testimonios de la época. La exposición que presentamos es una muestra de la fuerza, la sensibilidad, los sentimientos y la capacidad intelectual de los pintores y cartelistas del momento.

Alfonso Guerra