Aragón es extraordinario

Buñuel, Calanda y sus amores perennes

El museo dedicado por el pueblo a su hijo de logros más universales cumple 21 años en este 2021, y recorre con originalidad la vida, obra y fetiches del cineasta

La Casa Fortón de Calanda es desde el año 2000 el Centro Buñuel Calanda, un espacio consagrado a la figura del genial cineasta don Luis Buñuel Portolés,   nacido justamente un siglo antes de que se abriese en su pueblo semejante recorrido por su biografía y trayectoria. Francisco Aparicio Aguerri, técnico de cultura del Ayuntamiento, acompaña el paseo por las salas del Centro explicando con detalle el discurso museístico y trufándolo de anécdotas. A modo de preludio, añade con orgullo que el espacio está adaptado a personas con movilidad reducida. «Lo primero que mostramos es la estantería con la colección ‘El último suspiro’, el volumen de memorias de Buñuel, que da una idea de su relevancia en todo el mundo. El original está en francés, por cierto, y disponemos de ediciones china y rusa, entre muchas otras. Salen de la colección personal del actual director del Centro, Jordi Xifra. El discurso museístico es de Javier Espada, antiguo director del Centro, y la ejecución artística corresponde al estudio Línea y Diseño, de Zaragoza».

Una imagen del creador calandino en Los Ángeles junto a su guionista Jean-Claude Carrière (que se encamina a los 90 años de edad) y Alfred Hitchcock da paso a una colección de cartas y objetos de Buñuel y su familia, cuya vivienda en Zaragoza estuvo en la actual sede de HERALDO, en el 29 del Paseo de la Independencia. En Calanda tenían una magnífica casa en la plaza de España, obra del arquitecto Ricardo Magdalena.

«Aquí mostramos la vida de Buñuel en doce páginas metálicas, a modo de libro; es un recurso que repasa cada etapa disparando un breve audiovisual en pantalla. Ahora somos los responsables de la visita los que pasamos esas hojas, por las precauciones sanitarias derivadas de la pandemia. Luego se va a la sala de los paneles negros, con las obsesiones y fobias del maestro: la muerte, el cuerpo, las armas, el bombo y los tambores del Bajo Aragón, las arañas… el panel de las jirafas recuerda un episodio surrealista de Buñuel en París.

Los váteres

Muchos visitantes le llaman la sala de los retretes;el nombre (ver imagen) es muy literal, y Francisco lo explica. «Es un guiño a la película ‘El fantasma de la libertad’; ahí se invierten los códigos sociales, y se acepta socialmente hacer las necesidades en público, mientras que resulta vergonzoso comer ante los demás. En cada retrete hay objetos relativos a la filmografía de Buñuel: cuchillas como recuerdo a ‘Un perro andaluz’, arañas, plumas, ojos y reloj como símbolo del paso del tiempo, además de ser un guiño daliniano. Los váteres son butacas para ver un audiovisual».

Las 32 películas de Buñuel se agrupan al final del recurrido en cuatro salas, de ocho en ocho, con pequeñas sinopsis narradas e imágenes de cada una. Al final hay una sala de proyecciones. «Se está aprovechando el parón obligado –concluye Francisco– para renovar y modernizar algunos equipos. También vale la pena fijarse en los exteriores, con el patio como metáfora de ‘Un perro andaluz’; el ojo es el espacio circular, la rampa es el mango de la navaja y la rejilla para el agua, la cuchilla. Pura imaginación al servicio del maestro».

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