Con motivo del 20 aniversario de la inauguración del Centro Buñuel Calandal se ha organizado para el día 21 de febrero 2020 a las 20:15 en la casa de Cultura Víctor Romero, proyección del corto «Un viaje de ida y vuelta“ de Alba Zarzuela, Alba seguidora del Festival Internacional Buñuel Calanda nos acompañaba todos los años durante estos días, en 2018 falleció, dejándonos este cortometraje. 

Entrevista a Alba Zarzuela

Un viaje de ida y vuelta – Mediaset

05/07/2017

Me llamo Alba Zarzuela Lucea y mi vida ha estado siempre marcada por lo que sucedió cuando tenía ocho meses. Desde ese momento, cada 4 de septiembre es especial para mí y para mi familia. A pesar de la dureza de lo sucedido hace casi 23 años, no deja de significar que gracias a ese trozo de hígado que alguien me donó hoy en día estoy viva, con todo lo que eso conlleva. Mi trasplante me dio la oportunidad de vivir.

También un trasplante supone una medicación, unas revisiones periódicas e, incluso, una serie de ingresos a lo largo de la vida.

Soy, por todo lo anteriormente mencionado, consciente de la importancia de donar órganos y siempre he intentado concienciar y transmitir la importancia de la donación a mi entorno.

Desde pequeña me ha gustado mucho el cine, pero en la adolescencia vi en él un arte único y muy completo. Empecé a disfrutarlo de una manera diferente y a interesarme por qué había detrás de aquellas imágenes en movimiento. Descubrí en el cine una forma perfecta para contar historias y decidí empezar a hacerlo partiendo de la mía.

Por todo esto, cuando me planteé hacer mi primer cortometraje no existía otro tema posible que no fuera la donación de órganos y lo que supone. Mostrando su dureza y crudeza, pero también y, sobre todo, la esperanza. El cortometraje Un viaje de ida y vuelta ha sido el modo de expresarme, de mostrar a todos los espectadores cómo cambia la vida un trasplante y la importancia que tiene para el receptor y su familia; de mostrar la trascendencia de decir ¡soy donante!; de concienciar que donar salva vidas y agradecer a todos los donantes y sus familias que dijeron en su momento sí a la donación.

Mis visitas e ingresos en el hospital han hecho que sus ascensores formen parte de mi vida. Cada vez que pisaba uno me planteaba el tipo de historias y de personas que cada día pasaban por allí, personas que, como yo, entraban y salían, llegaban y huían, suponía el principio y el final de su estancia en ese hospital. Por lo que convertí el ascensor en una metáfora: estos pensamientos creaban en mí una sensación de viaje, de viaje hacia la vida para algunos y a la muerte para otros.

Estos dos aspectos están presentes en Un viaje de ida y vuelta, siempre desde un punto de vista optimista. Es decir, el ascensor es el principio del viaje hacia el futuro, hacia la vida. Y eso no sería posible sin los donantes.

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